La polera azul

Hoy es mi cumpleaños. Anoche dejé preparada la ropa para hoy:  una remera azul de cuello alto y manga larga (finalmente hace frío en Buenos Aires), el enterito azul enorme en el que todavía entramos (Emilia y yo) y un sweater que me tejió mi mamá. Esta mañana mientras me vestía me di cuenta de que esta remera fue una de las poquitas ropas que llevé a la Residencia de Vermont, donde pasé mi cumpleaños esa vez. Hacía un par de días que había llegado al pueblo de Johnson y Caro González Valencia y yo ya éramos amigas. Nuestros cuartos estaban pegados, le decíamos el ala latinoamericana. Nos la pasábamos dibujando y conversando, tomando café y comiendo galletitas de Marple sirup. Qué manera de dibujar ese mes. Yo había llevado una valija minúscula con muy poca ropa, un tubo repleto de papel y mucho material para trabajar. Pero el papel se me acabó enseguida porque dibujaba de manera constante. 

Ese cumpleaños  nos sentamos con Caro al lado del río a dibujar y charlar. Fue un día soleado, de los pocos que tuvimos en ese Vermont lluvioso.

Cuando hoy me puse esa remera azul de cuello alto (que me niego a dejar de usar aunque esté viejita), las ganas de dibujar fueron irresistibles. De dibujar al menos la remera azul de cuello alto. 

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