“La mano se agarra y tira” escribí en Niño del río (Ed. Ivan Rosado, 2018) y de a poco las manos empezaron a tener una presencia autónoma en mi trabajo: la mano es la que trabaja, la que piensa la forma y la proyecta en el espacio y en la materia. La mano es la que hace y al hacer recuerda movimientos, saberes y texturas; y así eligen qué recordar y qué olvidar de manera subrepticia.