La polera azul

Hoy es mi cumpleaños. Anoche dejé preparada la ropa para hoy:  una remera azul de cuello alto y manga larga (finalmente hace frío en Buenos Aires), el enterito azul enorme en el que todavía entramos (Emilia y yo) y un sweater que me tejió mi mamá. Esta mañana mientras me vestía me di cuenta de que esta remera fue una de las poquitas ropas que llevé a la Residencia de Vermont, donde pasé mi cumpleaños esa vez. Hacía un par de días que había llegado al pueblo de Johnson y Caro González Valencia y yo ya éramos amigas. Nuestros cuartos estaban pegados, le decíamos el ala latinoamericana. Nos la pasábamos dibujando y conversando, tomando café y comiendo galletitas de Marple sirup. Qué manera de dibujar ese mes. Yo había llevado una valija minúscula con muy poca ropa, un tubo repleto de papel y mucho material para trabajar. Pero el papel se me acabó enseguida porque dibujaba de manera constante. 

Ese cumpleaños  nos sentamos con Caro al lado del río a dibujar y charlar. Fue un día soleado, de los pocos que tuvimos en ese Vermont lluvioso.

Cuando hoy me puse esa remera azul de cuello alto (que me niego a dejar de usar aunque esté viejita), las ganas de dibujar fueron irresistibles. De dibujar al menos la remera azul de cuello alto. 


Arriba y abajo, por los callejones.

Antes de que pasen los sutiles barrenderos y el camión bífido de basura que trina, gruñe y resopla, yo estoy arriba. Desayuno, busco la bici y pedaleo canturreando alguna canción infantil que se me pegó. Arriba y abajo por los callejones, pasa una ratita con 20 ratones, arriba y abajo, por los callejones. A esa hora están los encargados de edificios, los trabajadores de la primera hora de la mañana, los cafeteros y algunos autos de alta gama. Y yo, en bici, con mi tarareo. ¿Han visto que misteriosas se ven las casas en los barrios de edificios? Entre Belgrano y Núñez hay muchas casas art deco que no superan los dos pisos de altura. Están abajo y en callejones …pasa una ratita con 20 ratones, algunos sin boquita, otros muy bocones. Cada tanto se ve: Unidades de 2 y 3 ambientes con amenities. Y la casa ya vacía, sin luz pero con carteles de renders y materiales plásticos del futuro cercano. Abajo mosaicos, abajo maderas, bronces. Arriba y abajo, por los callejones, pasa una ratita con 20 ratones, algunos sin patitas, otros muy patones.¿Han visto cómo la gente se arrima a los cafeteros? Buscan el calor del café y la energía de la conversación. Ponen a girar la rueda. Después nos alcanza en el run run de los taxis, el bostezo del gato y el buen día de los peatones. 


Mangas

¡Mirá qué lindas estas alfombras! Me dijo mi madre mientras me mostraba una revista de decoración. La revista era de hace unos años y las alfombras eran irresistibles. Al leer el epígrafe entiendo por qué con sólo mirarlas una se enamora de ese diseño. Eran las Mangas, que diseñó Patricia Urquiola en 2009 para Gan. A Urquiola la conocí el año pasado, me la recomendó Laura Alandes, una amiga muy querida. Ella es fan. Laura es diseñadora también y, en pleno encierro, me contó que había visto una entrevista a Urquiola donde contaba qué estaba leyendo. La busqué, la escuché, miré sus diseños y entré en una vertiginosa curva y contracurva de búsqueda, de inquietudes, de ganas de hacer, de ver, de leer. Fue una gran bocanada de aire fresco en ese momento. Gracias a las alfombras que vi en estos días estoy de vuelta en el remolino de Urquiola : ando pensando, mirando, y con muchas ganas de hacer. Justo estoy leyendo Del diseño, de Anni Albers. Y quizás Patricia no lo sabe, pero ella encarna mucho de aquello que Anni nos legó en sus ensayos: saber y no saber hacia dónde vamos; una sabe la dirección, dice Anni, pero no adónde llegaremos; no descuidar nunca el aprendizaje de experimentar y hacer; escuchar las voces, el sí y el no, del material, de las herramientas, de nuestro tiempo; aprender a ser valientes (Patricia se lanza a explorar materiales y proyectos nuevos pese a que siempre es reticente a dar el primer paso) y confiar en la intuición que será quien resolverá el problema y no el pensamiento. Aprendemos paciencia y resistencia, decía Albers, al seguir y culminar un trabajo. Al trabajar el material aprendemos a respetarlo. 


Patricia Urquiola me genera la misma fascinación que me generó Gerhard Richter hace muchos años, la gran diferencia es que Patricia fluye más cerca de las materialidades y Richter de las ideas. 



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