El río como horizonte: el poema 


En 2017, empecé a escribir un poema, preguntándome cómo un río podía formarse, correr y finalmente desbocarse e inundar su entorno. Quería explicarme cómo era el río, mi río. El poema se volvió el espíritu de un proyecto que se desarrollaba prácticamente solo, mi labor consistía en encontrar imágenes para una narrativa que a esa altura ya tenía el carácter de irrefutable. Busqué la cara del barro, la del río que corre, la del pescador que se transforma en pez. Y encontré rostros que conocía desde siempre. En ese tiempo aprendí a tejer, aprendí a teñir con tintes naturales. Me pareció tan cercana la relación entre texto y tejido, entre el correr del río, del poema y de la urdimbre, entre el tinte ferroso del río y los tintes de los hilos, que le di espacio al poema para convertirse en tejido. 

Así trabajé en este proyecto de largo aliento que se llama El río como horizonte: el poema. El poema era el río y el poema era el cauce por  donde corría el tejido. La constelación de piezas que conforman esta instalación hunden sus pies en el barro, corren livianos por la superficie y se sumergen con el pescador en la inundación para volverse pez y volver a ser río. El río-tejido sigue siendo el eje que estructura la narrativa, las piezas que lo acompañan rescatan algunos momentos del río que corre ligero y sin parar. La cara del barro es pesada y oscura, apenas abre su boca para dejar escapar algunas palabras. La cara del río que corre se desfigura, la corriente le arrastra la nariz porque casi no la necesita. La cara del pescador que se transforma en pez ya pierde su nariz y adquiere branquias, tiene pelo y escamas. El río corre y su cauce crece, los hilos de agua se abren y la urdimbre se enreda y se expande. El río corre desbocado. 



El río como horizonte: el poema 

El primer poema trata

Sobre ser el primero:

Se hace desde un lugar 

Del que nada se conoce. 

Ahora,

Se forman las cosas

Aparecen los elementos

Con los que se construirán 

Los siguientes poemas.

En el primer poema hay barro:

Barro no modelado

Sino lodoso e informe.

Del que se mete

Entre los dedos de los pies

Al entrar al río.

Nosotros lo conocemos así

Pero durante el primer poema

No hay río,

No hay pies,

No hay dedos,

Sólo hay barro.

El mismo barro, 

Y Lleno de él:

El horizonte,

Las verticales,

Las diagonales.

Pero no está solo el barro:

Hay piedras

(Que serán cantos rodados)

hay peces

ciegos,

que no necesitan ver

se arrastran los barrefondos.

Ahora se hunden 

El agua,

Los peces,

Las piedras.

Son fondo,

Son barro.

Es fondo lodoso,

Toma agua

Y mantiene la boca cerrada 

Esperando que algo nuevo

Se una a él.

Sólo los hombres de ojos blancos 

llegan

En una apnea

Prolongada y sin fin. 

~


Me dicen el Barro.

Soy el que estuvo antes: 

Del río,

Del pez.

Soy el fondo mismo de todo:

La urdimbre.

Soy lo que el río lleva

Del pasado.

Del futuro: el sedimento.

Soy la huella,

Lo que el río les deja.

Soy el Barro.

Soy más vasto y Profundo

Que el cañón que me atraviesa.

No saben cuándo, dónde comencé.

Antes de mí no hay quien hable,

Ni cuente, ni cante.

Soy el Barro,

Y Sólo sabrán de mí

Cuando quiera hablarles.

En el segundo poema

Tenemos los elementos.

El poema, fiel, se vuelve plural.

Son muchos las corrientes:

La confusa superficie se desplaza

Y deja salir al agua,

A los peces,

A los cantos rodados.

Ahora tienen tiempo y espacio.

Los peces esperan,

Hay más agua que barro.

Los peces suspiran

Cantos rodados.

Los cantos ruedan

Se apoderan del poema.

Pesa el canto 

Y el agua cae a toneladas.

Nada resiste la embestida

Del agua,

De los cantos

Y del barro.

~

Soy el canto rodado:

El que rueda y canta.

La orilla cubro de peso,

Porque nací de la roca rodando;

Rememoro el giro,

Vuelo, Salpico,

Caigo.

~

En el tercer poema:

El barro,

El agua

Y los cantos

Corren fuertes y rápidos.

Llegan a ningún lado.

Al pasar un pez murmura algo

Que lento,

Flota.

Después se sumerge

Y todavía lo buscamos.

Eso que cantó el pez

Lo sabe el pez,

El agua,

El fondo

Y el barro. 

Los cantos lo ignoran,

Como yo ignoro al canto.

~


Sobre cómo corre el río:

Corre el río sobre el barro

Corre macizo.

Insiste, su voz reverbera.

Apenas corre en el remanso,

Sucedáneo del espacio.

Confuso y vengativo en el remolino

Es el ojo del barro que ansioso quiere ver

Y desesperado busca compañía. 

Se desordena en la desembocadura

Se hace otro, 

se hermana.

~

Soy el río:

El que viene del norte derrumbando.

Soy el que todos conocen,

El que vieron pasar, 

El que seguirán mirando.

Soy el que corre,

El que crece,

El que inunda.

Soy ciclo:

No nazco,

No muero.

Soy el río que tiñe,

El que llora con el que pesca.

Soy el que corre,

El que mueve.

Soy aquél que, ámbar, envuelve

Lleva, marca, llora y mata.

~

Sobre estar cerca del río:

Inmóvil,

Piernas inútiles.

Los ojos se sumergen

En el correr del río. 

Acuña el silencio

De la distancia desproporcionada.

~

El pescador hunde sus pies

en el barro.

Extiende su línea

Y espera que algún pez

le traiga noticias del río,

De su hambre

Y de su pasado.

El pescador espera.

Cansado,

como el río, 

de nuestras suciedades.

El pescador llora, 

no como el sauce

Sino como el río,

furioso y desencajado.

Cuando el río y el pescador lloran,

Lloran y rugen con rabia.

Traman un plan 

para recuperar la tierra

Para enseñarles a los osados.

~

Arrecia el llanto del río

Y el hombre sin pescado

Se sumerge en otro tiempo

Conoce el fondo

Y el barro.

Pierde sus ojos blancos

Ahora, es branquias y escamas.

Para cuando ruedan los cantos

Ya es Pez que viene del barro.

Destila euforia el Pez

Que en el río 

Vive nadando.

Ya no llora su hambre

Ni hay desgracia en el pescado

El Pez es del río,

Y viene del fondo y del barro.

~

Sobre lo que sucede cuando el río crece:

Oxida el río el metal

Y tiñe melancolía

El agua alta.

El que puede resiste en la espera.

No hay muro que pare

Ni encanto que lo convenza

Cuando el río crece

Trama pobreza en su ausencia.

~

Este poema no se termina.

Soy yo, los nosotros que terminamos.

Los elementos siguen su curso

Buscan más tierra,

Más agua,

Más peces

Y más barro.

Los cantos se multiplican

Y ruedan cantando.

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