Solsticio de Invierno

Anteayer fue el solsticio de invierno y ayer el día del padre. Papá solía mencionarme los solsticios, no recuerdo en relación a qué. Era arquitecto y los solsticios parecían interesarle. Esta mañana cuando salí a correr pensé que quizás podría comenzar algo nuevo para mí y decidí ir mirando el cielo, para ver si algo de ese solsticio tenía incidencia en mi recorrido (suelo correr mirando el horizonte o simplemente el suelo para no pisar mierda). Hoy, rápidamente cambié el camino que suelo hacer y pude ver al gallo que vive en el campo de golf y que hasta ahora sólo había escuchado cantar temprano antes de que salga el sol. El gallo es bellísimo: enteramente blanco con su cresta rojo bermellón.

Ayer, buscando hojas para que dibuje Uli, encontré unos bocetos para la tapa de la serie de litografías “Sâo Pablo - Pablo Sâo” junto con otros dibujos más (que no tienen relación a nada que recuerde tampoco). Esta mañana mientras corría recordé lo difícil que fue hacer ejercicio los tres meses que estuve en San Pablo. Vivía en Sé, en el centro de la ciudad, no había plazas potables para correr ni piletas decentes, me mantuve corriendo los fines de semana en el parque Ibirapuera y yendo a nadar dos veces por semana a una pileta de 15 metros, eso sí, caminaba mucho a diario y sacaba muchísimas fotos.

Así que hoy, 22 de junio, me invento que soy la nueva Inés, algo así como el nuevo Miguelito (que es una de mis tiras preferidas de Mafalda). Aunque todavía no sé qué le depara el solsticio a la nueva Inés. Ya me enteraré. 

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